Desde el sábado pasado en los pasillos del Estadio Charros comenzó a circular la información de que algunos peloteros del equipo cubano estaban vendiendo sus uniformes.

Los antillanos entregaban sus jerseys de juego a personal con acceso al área de vestidores para que los ofrecieran al público asistente. El precio de salida por una franela era de 100 dólares, pero ya en el pasillo dicha indumentaria podía costar hasta 200 —ya con la respectiva comisión del intermediario—. De igual forma las gorras se cotizaban entre los 50 y 100 dólares.

Los usos de ese dinero podían variar desde llegar a casa con mínimo 400 dólares, una cantidad muy importante en la Isla, hasta el uso de ese efectivo para aumentar unos viáticos que no alcanzaban para el shopping.

Los isleños trajeron ocho indumentarias para máximo cinco juegos, así que no habría problema de desabasto en caso de que la venta de liquidación fuera un éxito, como aparentemente fue, a decir de los “cubanos” con acento mexicano que aparecían en las tribunas con jerseys de los Alazanes de Granma.